Colombia
no tendrá paz mientras no se desmonte el paramilitarismo
Entrevista
realizada por la periodista Blanche Petrich. Tomado del periódico La Jornada
del martes 17 de marzo de 2015.
Advierte que
el país sudamericano enfrenta una etapa de reinsurgencia
Desde que el proceso de negociación entre el
gobierno y la guerrilla colombianos entró en su fase decisiva en la mesa de La
Habana, la ex senadora Piedad Córdoba Ruiz funciona como bisagra entre varios
actores del diálogo. Un día acude a la capital cubana para consultar con los
jefes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC); otro día
recoge en las cárceles de su país la propuesta de militares presos; un día la
llama el presidente Juan Manuel Santos para intercambiar opiniones o viaja a
Estados Unidos para entrevistarse con los cabecillas paramilitares presos ahí.
Y no falta a las movilizaciones por la paz
que con mayor frecuencia recorren las calles de Bogotá. Es invitada
indispensable a los foros paralelos al diálogo que se realizan sobre drogas,
paramilitares, cese al fuego o justicia transicional.
Aunque apenas hace dos semanas recibió una
nueva amenaza de muerte y hace 15 años fue despojada de su escaño en el Senado
por un procurador que la acusó de terrorista por impulsar un acuerdo
humanitario que permitiera la liberación de los rehenes de las FARC, hoy es una
interlocutora todoterreno en el entramado del proceso de paz.
Ella, por su parte, no es demasiado optimista
de que, una vez que se firmen los acuerdos de La Habana entre el gobierno de
Santos y la jefatura de las FARC –si se logra–, Colombia conocerá al fin un
periodo de posconflicto sin violencia. “No habrá paz –sostiene– mientras no se
desmonte el paramilitarismo”. Y éste, asegura, vive hoy una etapa de
reinsurgencia en todo el territorio.
En contraste, cita un fenómeno nuevo que
empieza a multiplicarse en su país, un muy importante tinglado de resistencias
sociales y populares que es alentado por las señales que llegan de La Habana.
En este clima de movilizaciones y organización popular, lo que Córdoba llama
las nuevas subjetividades políticas –indígenas, campesinos, negros, mujeres,
organizaciones que se entrelazan con lo urbano–, se va configurando una etapa
de transición donde podamos participar en la política también, con garantías,
los de la izquierda.
De paso por México, charló con La Jornada.
–¿Cuál es su visión del posconflicto?
–Ni siquiera pienso todavía en un
posconflicto. Más bien nos estamos acercando al momento más complejo para la
solución del conflicto, que pasa por desescalar la confrontación militar.
“Lo que tiene que apreciar es que el
paramilitarismo, en lugar de mermar, ha venido a repoblar al país con nuevas
formas, nuevas siglas, nuevas figuras. Ejemplo: frente a la ley de restitución
de tierras que implementó Santos hace dos años, que sin duda es un avance
aunque sea muy limitado, ya surgió un ejército anti-restitución de tierras, que
no es otra cosa que un nuevo grupo para que ha asesinado a cerca de 80
dirigentes campesinos que estaban en este proceso. No hay que olvidar que
durante la etapa dura del paramilitarismo que alentó el ex presidente Álvaro
Uribe Vélez desde que era gobernador en Antioquía las ofensivas sangrientas de
estos grupos paramilitares arrebataron a población campesina cerca de 8
millones y medio de tierras.
“Además siguen actuando como grupos
represivos contra la oposición. Ante el surgimiento de organizaciones como
Marcha Patriótica o la Asociación Nacional de Reserva Campesina, el Congreso de
los Pueblos y otras han sido asesinados otros tantos dirigentes.
Hay una amenaza muy grande para la paz con la
insurgencia paramilitar de nuevo cuño.
–¿Ve usted voluntad política en la Casa de
Nariño para emprender esta nueva desmovilización?
–Debe haberla. El problema que yo veo es que
Santos ejerce una ceguera activa ante estos problemas; hace como que no se da
cuenta de todas las denuncias que se presentan. Hasta ahora no he escuchado una
alocución fuerte del presidente contra este resurgimiento de acciones
violentas.
–¿Qué finalidad ha tenido esa interlocución
que mantiene directamente en las cárceles de Estados Unidos con jefes
paramilitares como Diego Murillo Don Berna o Salvatore Mancuso, extraditados
hace seis años?
Piedad Córdoba Ruiz ha recibido varias
amenazas de muerte. Hace dos semanas llegó a su casa una corona mortuoria con
una nueva advertencia de muerte.
–Logramos que se creara una mesa de
interlocución con los paramilitares que están a punto de salir para recuperar
mucha información sobre el tema de la verdad. Porque Uribe, al extraditar a los
paramilitares, lo que hizo fue extraditar la verdad. Y lo más importante para
Colombia en este momento es saber la verdad.
“Esta semana, en Colombia, yo tengo
programada una reunión con casi 400 militares que están en distintas cárceles
–por masacres, por asesinatos, por las ilegalidades que se cometieron en razón
del conflicto– diseñando una propuesta que pueda llegar a La Habana.
Rivalidad, no ruptura entre Santos y Uribe
Si se llegan a concretar los acuerdos, como
todos lo estamos deseando, el territorio va a ser un componente muy importante
para la consolidación de la paz. Hoy la presencia paramilitar está en zonas de
interés estratégico de megaproyectos trasnacionales para la explotación de
recursos naturales. Pero, ojo, ahí es donde el año pasado Uribe Vélez obtuvo
una votación muy alta en las elecciones parlamentarias. Esto se explica por la
campaña que hizo, creando un estado de opinión contra el proceso de paz, que le
hace creer a la gente que si se firma un acuerdo se le va a entregar el país a
la guerrilla castrochavista-comunista. En eso ha tenido éxito. Y debemos
mencionar que el presidente Santos no ha logrado enamorar todavía a la
población frente a una perspectiva de paz. Ese es un faltante de su parte.
–¿Pueden las movilizaciones populares y las
organizaciones progresistas revertir el avance del uribismo en estos
territorios?
–No podemos desconocer que los diálogos de La
Habana han incentivado una movilización muy importante, incluso de clases
medias, de estudiantes, lo que yo llamo las nuevas subjetividades políticas:
indígenas, campesinos, negros, mujeres, organizaciones que se entrelazan con lo
urbano. Es un tinglado muy importante de resistencias sociales y populares. No
digo que puedan ganar de plano la batalla, pero van abriendo resquicios para
lograr una transición donde podamos participar también los de la izquierda. Con
garantías, por supuesto.
–¿Están dadas estas garantías?
–No las veo en este momento. En el discurso
del gobierno, sí; abundan declaraciones que afirman que a Piedad Córdoba no le
va a pasar nada, que es una persona que ha aportado mucho para la paz, cuando
hace seis años para ellos mismos yo era la peor terrorista. Pero ese asesinato
de carácter que hicieron contra mi persona hicieron mella, hicieron mucho daño,
no digo que no. Hace apenas 15 días volví a recibir en mi casa una corona
mortuoria con una nueva amenaza de muerte.
–Muchos de estos presupuestos –fin de
paramilitarismo, garantías para la disidencia– requerirían una ruptura entre
Santos y Uribe. Hay algunos conflictos pero ¿es ruptura?
–Hay rivalidad; sobre todo hay resentimiento
de Santos, pero en el fondo no hay una contradicción en los proyectos de ambos.
Obama y la paz en Colombia
–¿Hay interés de EU por la paz en Colombia?
–Lo que hay son grandes intereses por la
expansión del capitalismo. La paz en este sentido es lucrativa. Pero sí hay
interés. Lo han demostrado con la presencia del enviado especial Bernard
Aronson en La Habana.
“Además hay un tema muy importante que está
en el centro del debate, que es la extradición. Colombia, a pesar de no tener
tratado de extradición con Estados Unidos, mensualmente extradita cualquier
cantidad de personas. Y ese es un tema que se tiene que definir: la no
extradición de los comandantes insurgentes. Sin esto es muy difícil que haya
paz; ahí miraremos realmente si su voluntad es real.
Y otra cosa que estamos pidiendo es que
repatríen a Simón Trinidad y que pueda llegar a la mesa de La Habana, y esta
sería una muestra de voluntad muy importante.