PORQUE NUESTROS MUERTOS NOS MANTIENEN VIVOS
Por sexto año
consecutivo nuestros hijos están presentes en distintas ofrendas de día de
muertos o de todos los santos, como se conoce en algunas regiones de nuestro
país. Los días 1 y 2 de noviembre los mexicanos recordamos con una ofrenda o
altar a nuestro seres queridos que se han adelantado en al trayecto de la vida.
Se colocan en él, todas aquellas cosas que les gustaban como comida, bebida,
dulces, pero también, se coloca en ocasiones sus objetos personales más
queridos como libros, discos de música o alguno que otro vicio como un
cigarrito o su copita de tequila o mezcal, junto a los elementos tradicionales
como el agua, la sal, la flor de cempasúchil, la luz de las
veladoras y el tradicional pan de muerto.
Las ofrendas son de amplia tradición en los pueblos de
México, son un puente entre nuestro pasado, presente y futuro, entre nuestros
antepasados, lo que somos y el futuro inevitable al cual todos llegaremos. Pero
también las ofrendas se han convertido, ante el actual contexto de violencia
sistemática que vive nuestro país o como en nuestro caso, en un espacio de
difusión de los distintos problemas e injusticias que afectan a México y los
cuáles no son del todo ajenos a los pueblos de Latinoamérica.
De este modo, las ofrendas
toman un contenido social al hacer públicos casos de indígenas, campesinos, luchadores
sociales, defensores de derechos humanos, estudiantes que son asesinados o
desaparecidos únicamente por querer conquistar un mundo sin desigualdades, sin
pobreza ni marginación, una sociedad justa y libre. El caso de nuestros hijos
asesinados en Sucumbíos, Ecuador, el 1º de marzo de 2008 a manos del Ejército
colombiano y, donde el Estado mexicano ha sido omiso hasta llegar a niveles de
complicidad, se suma a decenas de casos de injusticias que se van acumulando en
nuestro país y en los pueblos latinoamericanos.
Verónica Velázquez, Soren Avilés, Fernando Franco y Juan
González han sido adoptados por el movimiento social como estudiantes cuyo
ejemplo de solidaridad y convicción por el apoyo a las luchas de los pueblos
latinoamericanos, es un ideal a seguir. Las personas se han sumado no sólo a
recordarlos en estas fechas de nuestros muertos, sino que también, se han
sumado a la lucha por justicia, a la exigencia de castigo a los responsables y
por evitar que México se convierta en un ensayo de violencia de Estado contra el pueblo, como
ha ocurrido en Colombia desde hace décadas con consecuencias devastadoras.
En esta ocasión queremos agradecer
a los compañeros del Comité Cerezo, a su área de cultura y a los compañeros del
Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) por las ofrendas colocadas en las
islas de Ciudad Universitaria de la UNAM y del Centro de Derechos Humanos La
Raza. A los compañeros del Grupo de Acción Revolucionaria (GAR) y de la Brigada
Multidisciplinaria de Apoyo a las Comunidades de México por la ofrenda en el
anexo de Ingeniería de la UNAM. El día 1º de noviembre nosotros en compañía de estudiantes
de UPIICSA del Instituto Politécnico Nacional (IPN) nos apoyaron en la ofrenda
frente a la Embajada de Colombia en México.
Hoy, una vez más la solidaridad del pueblo de
México, de las organizaciones sociales que siguen recordando a nuestro hijos
nos alienta a seguir adelante sin tregua y con paso firme, es entonces donde
los altares para nuestros muertos, donde nuestros muertos, nuestros seres
queridos nos mantienen vivos en la lucha por la memoria, la verdad y la
justicia.
México,
D.F., noviembre de 2013.
ASOCIACIÓN DE PADRES Y FAMILIARES DE LAS VÍCTIMAS DE SUCUMBÍOS
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